En una nueva temporada del blog “Progress in Political Economy (PPE)” tendremos, ocasionalmente, contribuciones originales en y traducidas al español en algunos de los temas más relevantes, en un esfuerzo por ampliar el alcance y contribución al progreso de la economía política. ¡Esperamos que disfruten la lectura!
Han pasado cerca de nueve años desde que el Grupo de Lectura ‘Past & Present’ se embarcó en la lectura de el ya clásico libro Dependencia y Desarrollo en América Latina, escrito por Fernando Henrique Cardoso y Enzo Faletto. Este año, el grupo de lectura ‘Past & Present decidió volver a visitar la historia de la economía política latinoamericana, y yo tengo el placer de ser el economista político espacial en residencia que escribe este comentario sobre el libro de Amy C. Offner Sorting Out the Mixed Economy: The Rise and Fall of Welfare and Developmental States in the Americas.
En Dependencia y Desarrollo vimos una vinculación entre la condición de desarrollo desigual y las relaciones de dependencia, con el proceso de desarrollo combinado en América Latina, por medio de un análisis de diferentes casos de estudio. En Sorting Out the Mixed Economy podemos ver un intento de desenredar algunos hilos que nos permitan ver como América Latina también pudo haber influenciado, de alguna manera, la política económica de Estados Unidos. Con este fin, Offner sugiere, sutilmente, un análisis a través de “las Américas” trayendo Colombia y Estados Unidos a la discusión.
El libro ofrece importantes contribuciones a la discusión sobre la economía política latinoamericana, nombraré algunas de ellas. En primer lugar, desde una perspectiva de economía política espacial, le libro propone un interesante análisis histórico viajando por diferentes configuraciones y escalas espaciales despegándose, de alguna manera, del nacionalismo metodológico. Offner desafía la idea de que un análisis histórico general, enfocado en la escala nacional es la mejor manera de entender como la economía mixta (¿el neoliberalismo?) fue organizada. En segundo lugar, en su primera parada en América Latina, y a través del libro, Sorting Out the Mixed Economy hace un gran trabajo presentando con lujo de detalles las complejidades del paisaje institucional colombiano. Analizando este paisaje, el libro arroja luces sobre como las ideas económicas viajan y se expanden pudiendo incluso haber influenciado a la política económica estadounidense. Así, este libro, escrito magistralmente, observa el paisaje institucional a través de los ojos de algunos de sus agentes. La claridad con la que Offner presenta este paisaje es notable ya que la autora descifra y presente esta historia latinoamericana al público angloparlante, lo que es, sin duda, una tarea difícil.
Otra contribución significativa, de este libro, es la cuidadosa y detallada investigación de archivos históricos que trazan la provisión emergente de servicios públicos por agentes privados (¿la economía mixta?), por medio de un seguimiento a los Milton Freidman(ses), chicago Boys(es) o Jeffry Sachs(es) invisibles, de segunda o, incluso, de tercera categoría. Seamos honestos, todos concordaríamos que esos rostros, más los de Thatcher y Reagan, estarían esculpidos en el ‘Monte Rushmore Neoliberal’, sospechosamente dejando a un lado a dictadores y lideres autoritarios que has sido cruciales para la implementación del neoliberalismo. Entonces, tomar el riesgo de analizar las múltiples chispas desde las cuales se inició el festín neoliberal es una contribución significativa, al no solo enfocarse en los ‘sospechosos de siempre’. En este sentido, estudiando a esos caracteres alternativos, Offner presenta uno de los argumentos centrales del libro, a saber:
Las sociedades estadounidenses y latinoamericanas estuvieron mucho más entrelazadas y compenetradas de lo que las historias de una proyección del poder hacia el sur nos sugieren (p.288).
De hecho, la autora comienza la discusión declarando que el libro desentierra las “posibilidades invisibles” que se encuentran en el contexto del mundo de la postguerra, analizando Colombia y Estados Unidos. Al hace esto, se atisba un enfoque geográfico relacional entre el Estado de bienestar estadounidense y los Estados desarrollistas latinoamericanos, los que no pueden entenderse de manera aislada.
Así, Sorting out the mixed Economy trabaja en el espectro invisible de la formación del neoliberalismo (¿acaso una relación entre las esferas públicas y privadas?). en donde las economías políticas de Estados Unidos y América Latina:
No sustituyeron un set de ideas por otro simplemente… En cambio, ellas organizaron diferentes elementos de las economías mixtas de mediados de siglo, destruyendo algunas prácticas, redistribuyendo otras y redefiniéndolas retrospectivamente como un ensamblaje de dos eras diferentes (p.2).
Así, la autora cambia la pregunta “¿desde dónde vino el neoliberalismo?” por la pregunta “¿cómo los Estado de mitad del siglo XX se formaron y como fueron desarmados?”, para así cambiar la ruta de navegación. Estas preguntas son, sin duda, cruciales para entender los cambios en continuidad del proceso de formación, creación y perfilamiento del neoliberalismo. Por ejemplo, Raewyn Connel y Nour Dados realizaron una contribución emblemática el preguntarse “¿desde dónde vino el neoliberalismo?” demostrando que el Sur Global estaba siendo utilizado como laboratorio de pruebas de políticas neoliberales mucho antes de que se llevara a cabo su implementación masiva en el norte Global por medio de Thatcher y Reagan. De esta forma, desafiaron el discurso “triunfalista” del Norte Global sobre el origen del neoliberalismo. En este sentido, y no obstante lo anterior, en Sorting Out the Mixed Economy encontramos algunas dificultades en el seguimiento y la entrega del argumento derivado del cambio de pregunta, porque el libro no dialoga con ninguna teoría del Estado disponible. Hubiera sido interesante entender el punto de vista desde el cual el autor desarrolla el argumento e invita al lector a seguir el debate acerca de cómo los Estados de mediados del siglo pasado se formaron. En este sentido, el lector podría esperar una definición, al menos, operacional para entender la perspectiva sobre “esa cosa llamada Estado” y como se ha deshecho. Cualquiera sea la teoría del Estado en juego—una condensación de fuerzas sociales o una institución afuera/por sobre la sociedad—es crucial su confrontación con la economía y como fue organizada en el período de análisis. Por ejemplo, como la tesis del libro es que los Estados no reemplazaron un set de ideas por otro, sino que organizaron diferentes componentes de las políticas económicas y sociales, hubiera sido valioso un posible enganche, aunque evidente en muchos episodios del libro, con la aproximación estratégica relacional de Bob Jessop, contribuyendo así a la discusión académica sobre el Estado.
Una forma alternativa de entender la dificultad expuesta sería dejar que el lector saque sus propias conclusiones sobre que es el Estado, cuál es su rol, y cómo se relaciona con la economía. En este sentido, Sorting Out the Mixed Economy tampoco ofrece una definición operacional, ni de ninguna índole, sobre el neoliberalismo o, incluso más crítico, cuáles son los fundamentos desde los cuales la economía mixta (mixed economy) puede ser considerada una alternative económica. Esto es crucial, porque el argumento podría tener mayores inflexiones en la medida en que desenrollamos el análisis desde un punto de vista particular. Por ejemplo, ¿Cómo se entiende el neoliberalismo? como una estrategia de acumulación o como una colección de ideas económicas o como una escuela de pensamiento económico. Así, dependiendo de la respuesta, el argumento podría haber sido aún más persuasivo para el lector, al ver claramente el dialogo académico que la autora está proponiendo. Aunque, a través del libro, hay algunos atisbos sobre la discusión acerca de qué es la economía mixta, esto requiere mayor claridad si lo que quiere ser desmantelado es el mito triunfalista que promueve un grupo notable de personajes. Es posible, entonces, que necesitemos poner a este libro en un dialogo más amplio, con otro set de literatura, para construir la agenda de investigación. Un excelente ejemplo de esto es el análisis propuesto por Quinn Slobodian. Sin embargo, si el objetivo es cambiar la atención desde los economistas académicos hacia los capitalistas y, de acuerdo a Slobodian, por esta razón Offner se enfoca en el sector empresarial, entonces se hace aún más necesario colaborar con el lector, indicando la dirección del argumento, desde donde viene y hacia dónde va entregando alguna base teórica para comprender el desmantelamiento del discurso triunfalista. En consecuencia, el libro, por sí mismo, no entrega estos argumentos integralmente.
Sorting Out the Mixed Economy fuerza el argumento basándose en algunas conexiones entre el sector empresarial y la influencia colombiana en la política económica estadounidense, pero esas conexiones no son tan convincentes. Offner analiza el proceso de ordenamiento de la economía siguiendo a personajes claves como vectores de análisis. De esta forma, siguiendo sus historias personales, Offner desenreda el discurso económico de la época y como este se vincula con el surgimiento de la provisión privada de servicios/bienes públicos (¿la economía mixta?) por medio de asociaciones público-privadas (¿el neoliberalismo?). No obstante, al seguir las historias de esos supuestos personajes claves, nos encontramos con ambigüedades sobre el peso específico que estos puedan tener como ‘influencers‘, ya que esos agentes están desconectados, en la narrativa del libro, de las relaciones sociales más amplias. En otras palabras, esos personajes no fueron analizados con relación a su pertenencia de clase: esos personajes son tratados como cometas que viajan y van dejando sus nuevas, pero viejas, ideas económicas. Esto se convierte en un punto crítico y una debilidad del libro porque el argumento principal está ligado a que las elites latinoamericanas pudieron haber influenciado a las políticas estadounidenses. Así, Offner no se compromete con una lectura central sobre el rol de los agentes en la lucha de clases. Por ejemplo, el libro no discute el rol de Eduardo Wiesner como presidente de la asociación de bancos de Colombia—o como un tipo de “Monsieur le Capital”—siendo un aspecto clave de una fracción del capital que perfila la clase dominante. Alguien podría argumentar que esto es extemporáneo a su involucramiento en la política económica local. Sin embargo, será central en su retorno como profeta del ajuste estructural. Adicionalmente, Offner indica que “en 1982, Wiesner no tenía mayores deudas con la comunidad intelectual a la que usualmente se le atribuye el desmantelamiento del orden de mitad del siglo pasado—la escuela de Chicago, la teoría del “public choice”, la sociedad Mont Pelerin, o las escuelas austriacas y neoclásicas de economía” (p.272). Entonces, podríamos haber logrado un entendimiento profundo de la red de Wiesner y su pertenencia intelectual si el análisis no hubiera separado a los agentes de la estructura porque esas escuelas de Chicago ‘alternativas’ habrían sido puestas, indudablemente, en un papel igualmente relevante al incluir que Wiesner se graduó de Stanford. En consecuencia, podríamos entender mejor las redes de influencia de graduados de universidades ‘Ivy-league’ estadounidenses incorporado, como punto de partida, por ejemplo, la noción de “burguesificación” del Estado en sociedades capitalistas de Ralph Miliband o el análisis de Maurice Zeitlin y Richard Ratcliff en su clásico libro “Landlords and Capitalists“. Desafortunadamente, la desconexión y aislamiento de los sujetos de la lucha de clases aparece a través de todo el libro, reflejando lo que Offner argumenta para uno de los personajes analizados, argumento que se convierte en una profecía autocumplida. Al concluir su análisis sobre el entendimiento que tenía Miguel Urrutia (economista graduado de Harvard) sobre las protestas y huelgas de los años sesentas y setentas en Estados Unidos y el Atlántico Norte , Offner plantea “el juicio de Urrutia revelaba más sobre el mundo en el cual él había sido formado que de los movimientos que él estaba observando” (p.259).
Es necesaria una observación final que retoma las oportunidades que la economía política espacial entrega a este libro. La autora indica que “los consejeros extranjeros nunca han tenido el poder para unilateralmente rehacer las sociedades, pero ellos si tienen el poder para contar las historias que ellos quieran una vez que retornaban a sus países de origen” (p.177). Sin embargo, una aproximación complementaria podría haber arrojado luz sobre cómo esas historias movilizan los intereses materiales en el contexto nacional, creando una morada oculta perfecta para las relaciones de producción capitalistas—la internalización de intereses externos y viceversa. El libro comienza desenredando los hilos que conectan al Valle del Cauca en Colombia con el Tennessee Valley Authority, en los Estados Unidos, a través de la experiencia de David Lilienthal. Lilienthal, quien fue un “new dealer“, es presentado como otro comenta, con gran fuerza gravitacional, en la constelación de agentes económicos colombianos. Offner, magistralmente recorres sus huellas a través del Valle del Cauca para convertirse en un consultor internacional en procesos de desarrollo. El análisis integra condiciones espaciales y procesos económicos intentando ir más allá de simples similitudes geográficas para sumergirse en las posibilidades de un “tutelaje inverso” desde una escala particular hacia le economía global. Es acá donde la economía política espacial abre oportunidades dibujadas sobre los intereses de clase, la economía política de la escala, y lo que Milton Santos llamó la rugosidad espacial. Los agentes, en este sentido, podrían actuar como vectores de los intereses de clase y podríamos trazar sus movimientos a través de las escalas, cualesquiera sea estas en términos geográficos (observando la internalización/externalización de intereses). Por ejemplo, actualmente es de público conocimiento que Agustín Edwards jugó un rol de enlace clave entre los intereses de la clase dominante chilena y los intereses del capital estadounidense para “hacer gritar a la economía chilena“. El plan de Nixon y Kissinger para derrocar al gobierno de Allende no hubiera sido posible sin la internalización de los intereses estadounidenses en la clase dominante chilena por medio de un interlocutor válido—en ese minuto Edwards era uno de los empresarios más influyentes y su familia controló históricamente una fracción de la clase dominante chilena. En otras palabras, al usar una aproximación relacional a través de las geografías del desarrollo económico podemos entender la dimensión material de las ideas económicas. A pesar de esta objeción, el giro espacial que se propone en Sorting Out the Mixed Economy es una excelente contribución del libro que, adicionalmente, presente una gran colección de casos, desde la escala del valle hasta proyectos de vivienda social, pasando incluso por complejos industriales. Al incorporar un giro espacial es necesario incorporar también la internalización/externalización de los intereses.
Finalmente, Offner ofrece una nota inicial sobre el lenguaje que podía ser un indicador de los matices que el libro quiere explorar en el proceso de influencia de los Estados Unidos en América Latina. La autora ofrece una explicación interesante sobre “America“, como un concepto en disputa, lo que es una declaración significativa al venir de una académica basada en los Estados Unidos. Ciertamente, esto podría ser un detalle insignificante para muchos, pero abre muchas posibilidades para los análisis y discusiones, incluyendo los intentos de dejar de ver a Latinoamérica como “un pueblo al sur de Estados Unidos“. Sin embargo, cuatro líneas después, Offner indica “este libro usa los términos América Latina y Latinoamericanos en la forma que todos nosotros los utilizamos”, lo cual se transforma en un terreno incierto a través de todo el libro, tanto conceptual como analíticamente. A pesar de esta observación, la intervención propuesta por este libro es bienvenida en su esfuerzo por devolver lo que nunca debió haber sido apropiado por Estados Unidos. Devolver America a donde pertenece, a América.
Comments